Pedro Juan Caballero – Py.
Bajo un ambiente apagado y con una notable ausencia de grandes marcas y empresas tradicionales, la Expo Amambay 2025 se llevó a cabo en el Parque de Exposiciones Marcos Paredes Ramírez, dejando más sombras que luces en su paso.

En un evento que, según los propios asistentes, fue «una Expo para el olvido», la Organización Carlos Bernardo se convirtió en uno de los pocos actores que logró mantener algo de dignidad y orden en una muestra marcada por la improvisación, el bajo nivel de convocatoria y la falta de planificación.
La feria, históricamente vitrina de la producción, los servicios y el empuje económico del departamento de Amambay, evidenció este año una preocupante caída en participación empresarial. Salvo contadas excepciones como Monarca Group, la Universidad Central del Paraguay, la Universidad Interamericana y dos o tres emprendimientos más, la exposición careció de protagonistas relevantes.

El cartel artístico, lejos de generar entusiasmo, pasó casi desapercibido. El grupo argentino Damas Gratis y el cantante brasileño Loubet subieron al escenario sin lograr despertar el fervor popular de otras ediciones. La falta de difusión y promoción adecuada contribuyó a que la mayoría del público ni siquiera estuviera al tanto de sus presentaciones. Una crítica recurrente fue precisamente la escasa comunicación oficial del evento.
Uno de los puntos altos en cuanto a organización fue la elección de Miss Expo Amambay, que se desarrolló con prolijidad, pero lamentablemente sin público, a excepción de los representantes de la Universidad Central del Paraguay y el stand de Monarca Group.

El cierre del evento fue quizás el momento más desolador: un festival musical cuya programación no fue anunciada con claridad y al que literalmente no asistió nadie. Los artistas invitados terminaron actuando ante un parque vacío, una imagen que resume el espíritu de esta edición.
La falta de integración entre los sectores presentes fue otro signo de alarma. Por un lado, los remates y exposiciones ganaderas siguieron su curso habitual, alejados del resto de la feria y sin vínculo con el público general. Por otro lado, la clase trabajadora se refugió en las casillas de venta de alimentos, siendo las hamburguesas las grandes protagonistas. El parque de diversiones, sin mayores atractivos y con precios elevados, tampoco cumplió con las expectativas.

En cuanto a la estrategia comunicacional, el uso de influencers y tiktokers no logró reemplazar el rol de los medios tradicionales. Su impacto, aunque presente en ciertos nichos, no fue suficiente para movilizar a las masas ni para suplir la ausencia de una prensa organizada y respetada por la sociedad. La falta de convocatoria dejó en evidencia que la improvisación digital no sustituye a una campaña de comunicación profesional y estructurada.
En conclusión, la Expo Amambay 2025 no solo fracasó en términos de convocatoria y calidad, sino que también expuso las grietas profundas en la organización, la falta de respeto a los medios y el entendimiento del evento como una vitrina de desarrollo. Sin un replanteamiento serio, el riesgo de que esta feria pierda su esencia y relevancia es más latente que nunca.